La simbiosis patológica entre ambos proviene de confundir libertad de prensa con libertad de empresa.
Los malos periodistas no buscan informar, sólo buscan trabajar y conservar el puesto.
Excretan tintas tóxicas con las que envenenan las mentes del pueblo.
Ocupan todos los medios y desde allí imponen sus criterios en forma monocorde.
Es el imperio de un único punto de vista.
Desplazan todo otro enfoque y filosofía interpretativa.
Entronizados en el cuarto poder, obligan a la gente a interpretar sus interpretaciones.
Pero se trata de que todos interpretemos la realidad.
Son formadores de opinión.
Sin embargo, la opinión pública debe ser el resultado espontáneo de múltiples criterios.
Prensa, radio y televisión operan por oferta de datos. Sólo Internet opera por demanda.
Esta nueva tecnología inicia una nueva era.
Es momento de ampliar y profundizar el acceso a la información.
El proyecto que habla de eliminar la punición por calumnias e injurias va en ese sentido.
Deja sin argumento a los empresarios y libera a los verdaderos periodistas.
La polilla intelectual
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