martes, 11 de mayo de 2010

Análisis sobre el trato de los medios de comunicación hacia la niñez

Políticas fragmentarias en la novedad inmediática


Hay un doble movimiento que puede leerse como política de los grandes medios de comunicación en los efectos sobre el uso de categorías peyorativas en relación a la denominada delincuencia juvenil.
Por un lado, un recorte en segmentos duros, una captura y cosificación de los hechos cotidianos; por otro, una sobre cosificación que acentúa los términos despectivos hacia los protagonistas de las notas.
El espaciado por categorías en el despliegue de un periódico encapsula a los hechos como “policiales”, dejando para otras secciones un posible análisis de las causas. Sólo se brinda como nota, un recorte resaltado, impactante y superficial. Nota de color: también dejan por fuera de la nota a toda prueba que fuera a demostrar la fidelidad del artículo.
Al equiparar la “información” a “realidad cotidiana”, tomando en cuenta los efectos del lenguaje en la construcción de dicha realidad; los términos peyorativos se vuelven discurso entre la gente informada. Discurso que para sostenerse requiere de categorías como “pibe chorro”, “pirañas”, etcétera; dando como resultado la existencia en carne propia de una imaginación constante sobre los protagonistas de las notas. Así es como se genera un círculo vicioso, donde los que salen perdiendo son los mismos de siempre; y los ganadores son los que venden miles de tiradas diarias.

Juan Pablo, estudiante de psicología (UBA)



¿Qué hay detrás de una nota policial autodenominada informativa?
Hay un mundo, una sociedad, hay personas.
A diario esto queda olvidado en una nota policial, en donde una persona es reducida a un “cargo o característica” hecha identidad. Un pibe dejar de ser un niño o adolescente, o un chico para ser tan sólo un delincuente, un chorro, un ladrón, un menor, una piraña o un negrito de mierda.
¿Y el resto de su persona dónde queda?
¿Dónde quedó el pan que no tiene para morfar, dónde están sus padres o sus hijos para alimentar, donde quedó la escuela a la que nunca pudo ir porque la vida le pegó duro y lo obligó a salir a la calle?
¿Dónde está esa fantástica vida que muestra la TV a diario, las zapatillas Nike, la camiseta Lacoste que usa el carilindo de la pantalla, dónde están los súper celulares que ven pasar por delante de sus narices?
¿Por qué ellos lo pueden tener y yo no? Eso mismo se deben preguntar estos pibes ante el bombardeo de signos que invaden y decoran toda la ciudad.
Si para pertenecer a ese mundo hay que tener determinadas características para tener una identidad diferente, yo me pregunto que haría en ese momento, y debería preguntárselo cada periodista antes de informar o redactar su nota.
Tener una visión más global de alguien, los haría un poco más humanos.

Juliana, estudiante de psicología (UBA)


Las publicaciones y la delincuencia juvenil


El asistencialismo dirigido a la minoridad fomenta y estimula la paternidad irresponsable, o sea, tener hijos para que los críe el estado.
La Iglesia es intervencionista en las braguetas, condena el “deporte” sexual pero no la irresponsabilidad procreativa.
Las leyes al proteger la identidad de los menores brindan un campo propicio a la difusión de versiones no confirmadas sobre delitos de la minoridad, con carencia de datos precisos, fuentes, testimonios, esto abre las puertas a los calificativos genéricos, denigrantes e imprecisos sin posibilidad de apelación judicial.
La ausencia de políticas de planificación familiar agrava el cuadro crítico.
El sensacionalismo vende, esto es provechoso para la empresa periodística.
Las notas no firmadas liberan de responsabilidad al que las hizo.
La obtención del dinero se fue desligando históricamente del trabajo productivo, esto hace que para obtener ingresos, los menores que no ven trabajar a sus padres opten por delinquir.

La polilla intelectual


La adultez de la minoridad


Así se los trata, como si fueran adultos.
¿Por qué llegan a delinquir?
¿Por qué realizan tareas reservadas para los mayores?
¿Por qué el sistema los lleva a drogarse, a robar y matar?
Generalmente provienen de familias que no son familias. Padres que se drogan más que los niños, que no tuvieron instrucción, algunos que no tienen trabajo o que no quieren trabajar.
Entre los menores hay competitividad, si ven a otro con un celular, ellos también lo quieren. Al igual que otros elementos, como un par de zapatillas o cualquier otra cosa.
El estado hace poco por estas familias, no les da instrucción, sobre todo educación sexual para no llenarse de hijos que después los mandan a mendigar muchas veces con la madre presente.
En cuanto a los hechos delictivos que cometen, creo que al tener la autoestima tan baja, hacen que estén dispuestos a todo, a matar o morir.
En los institutos de menores donde se los aloja, no reciben ningún tipo de ayuda, al contrario, allí se los somete a malos tratos, están hacinados y juntan tanto al que robó como al que mató.
Creo también que se los discrimina por portación de cara o de ropa y por eso se sienten desplazados por esta sociedad.

Juan Carlos



Cómo se los llama a los ladrones, rateros, piraña y chorros. Eso pasa por no tener una familia que los ayude con el estudio o el trabajo o también por no saber administrar la plata o en definitiva no saber cómo ayudarlos ni que recursos tomar en frente de esta situación del menor o mayor. Esto significa que hay que hablarlo con todos los familiares y buscar un resultado. Y si no buscarle un terapeuta que los ayude a modificar su comportamiento dentro y a fuera de su casa.
De todas maneras, la mayoría sigue cometiendo robos o delitos, porque ya es parte de su vida, es con lo mejor que ellos pueden vivir. Para ellos no hay otra mejor vida que esa, que es la que les tocó o a veces la que les conviene vivir.

Gabriel

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