martes, 29 de diciembre de 2009

Reflexión: El infierno bajo tierra

En las primeras décadas del siglo 20 se construyó la línea A de subterráneos. Una de las primeras de Latinoamérica.
Con excavación a trinchera descubierta a lo largo de Av. de Mayo y Rivadavia se hizo lo que en su momento eran tres niveles de circulación. A saber:
- La avenida
- La línea de subte
- Una línea del FFCC Sarmiento que va aún hoy desde Plaza Miserere al puerto.
Como si eso fuera poco, el subterráneo al llegar a Primera Junta desacoplaba el primer coche que ascendía a la superficie y con la forma pre-metro salía a la capital por Liniers.
De regreso siempre por Rivadavia al llegar a Primera Junta, descendía bajo tierra y acoplado como furgón de cola llegaba a Plaza de Mayo.
Consignamos que al pasar por Plaza Miserere se podía trasbordar al tren, boleto mediante, sin caminar más de 10 metros.


En este punto se detuvo el progreso coherente, se hicieron ampliaciones con poca integración entre partes.
La última, la línea H, hoy va desde Plaza Miserere hasta ninguna parte.
Se postergó la vinculación entre las líneas A, B y D pero nos comunican que algún día llegará a Retiro para aumentar la sobresaturación de tráfico en la zona.
Se prometieron kilómetros de subtes, nada se hizo. Se continúan obras que tuvieron que hacerse hace medio siglo y sin coherencia de conjunto.
Hoy para combinar con línea C debemos caminar mucho más.
Este desquicio dimana de la pérdida del criterio fundacional de las grandes obras públicas.
En lugar de ser piedra basal de futuras ampliaciones sólo es un parche tardío en remedo del desorden de facto.
Se corre tras el problema en lugar de prevenirlo.
Es hora de recuperar la iniciativa estratégica.

La polilla intelectual

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